No. El
ecocidio parece no tener
final.
La herida en
el cerro
crece cada
día más.
El traqueteo
de la retroescavadora
no
cesa:
empieza
cuando recién amanece
y no para
sino hasta que oscurece.
Todos los
días, todos los días.
Su única
doctrina es cavar
y cavar,
sin
onomásticos, sin celebraciones,
sólo cavar,
morer, rasgar, rasguñar
como
solitaria hiena hambrienta,
incisiva.
Viva aun la
presa e indefensa,
poco a poco
desnuda sus carnes,
se bebe su
sangre, su paz,
su
presencia.
En sus ratos
de ocio, sus afiladas
garras
surcan la
piel de la montaña
inerme:
su espalda,
sus hombros, su enhiesta
cabeza,
dejándole
heridas que no sanarán,
por donde su
sangre, su vida
se le
escurrirá.
Traca,
traca, traca, traca, traca, traca,
canta o
llora la retroescavadora.
Run, run, run, run, run, run,
suben y
bajan volteos, tractocamiones.
Ring, ring, ring, ring, ring, ring,
no deja de
decir ring,
una caja
registradora
inflando las
cuentas bancarias
de los
gobernadores,de los inspectores,
de quienes
pagamos para que nos extorsionen,
de quienes
pagamos para hacernos objeto de sus
maldades,
de quienes
malamente se ostentan como nuestras
autoridades.
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