COMPROBADO
(La Primera nota del 2015)
Quise ver
con mis propios ojos
la
devastación en el cerro;
desde abajo
veía como coloreaba
como un
conejo despellejado,
cada día más
y más. Y luego el encuentro de camiones,
¡Cientos de
viajes! Todos los días.
Imaginé que
ya eran cientos,
¡Miles de
toneladas, talvés millones
de esa
tierra roja, colorada,
que por
milenios alimentó
la flora de
ese cerro
que fue la
señal que los viajeros
querían
ver para llegar a su destino,
baluarte de
nuestros antiguos abuelos,
resguardo
para la Laguna Madre,
agostadero
de cientos de becerros huérfanos,
hogar de
cenzontles y venados,
de conejos,
liebres y jabalíes,
de lustrosos
robles donde cantaba el gorrión,
de
tepehuajes y humildes cazagüates
que en otras
partes llaman ozotes.
El
Viejo Uvalano lo ha visto todo,
y yo, tristemente,
lo he comprobado:
una gran
parte de ese cerro
con todo y
piel y huesos
y carne
roja, desapareció;
en su lugar
un enorme hoyo quedó
y continúa
en marcha su expoliación,
para otros
rellenos,
para
compactar otros suelos,
para edificar residencias
y llenar las
cuentas bancarias
de
concesionarios, funcionarios
municipales,
estatales y federales.
Me pregunto
con miedo:
¿Hasta dónde
llegarán?
Del Viejo
Uvalano se agitan las hojas,
burlonas las
águilas revolotean,
planea
indiferente el zopilote
y el hombre,
el que algo tiene que ver
con el
dueño,
se humedece
los labios con su lengua lasciva
ante el
traqueteo de la motoconformadora,
de la pala
mecánica que cimbra el volteo.
Enero 2 de
2015
En Atequiza,
Jalisco
…viendo El
Nevado sin nieve
y el volcán
humeando.
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